6 de diciembre de 2010

PARA QUE EL PADRE SEA CONOCIDO, HONRADO Y AMADO POR TODOS LOS HOMBRES

En Fátima la Virgen invitó a los niños a “ofrecerse al Padre”, y a “consolar el corazón afligido del Padre”. Para nosotros acostumbrados a considerar a Dios Padre como El omnipotente por excelencia, este representa un lenguaje nuevo que casi nos escandaliza. Pudimos aceptar al Hijo muriendo en una cruz, pero un Padre afligido que necesita ser consolado nos parece absurdo.
Tal vez estamos cometiendo la misma equivocación de los hebreos, que esperando al Mesías, glorioso y triunfante, según los misterios humanos, lo rechazaron porque se presentó “manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29).
Nos parece más lógico y justo que el Padre, prefigurado en la parábola de los viñadores asesinos (Mc 2,1-9) viniera a destruirnos después de que le hemos matado al Hijo, rechazando la fe, fruto de su Sangre (Lc 18, 8).
Pero casi nunca nuestros caminos son los caminos de Dios, desde siempre caemos en el error de hacernos un Dios a nuestra imagen y semejanza.

El siglo pasado el Espíritu Santo ha comenzado a presentar a la Iglesia y al mundo un nuevo rostro del Padre, gracias a los tres pastorcitos y a algunas otras almas excepcionales (Charles de Foucauld 1856-1916, P. Joaquín Rossetto1880-1935, Madre Eugenia Elisabetta Ravasio 1907-1990 y otras) que vivieron intensamente la espiritualidad del Padre sintetizada en una dulce y grande ternura.
La encíclica “Dives in Misericordia” de Papa Juan Pablo II confirmó este nuevo soplo de espíritu en la Iglesia.
En este apartado nos dedicamos específicamente a Sor Eugenia, a quien tuvimos la oportunidad de conocer, y al mensaje que el Padre le dictó. Tenemos en conocimiento sólidas garantías eclesiásticas: nunca antes una revelación privada ha sido tan analizada por una comisión de expertos - nominada por el Obispo de Grenoble Mons. Alexander Caillot y aprobada después de diez años de minuciosos estudios.
Y no menos exagerados fueron los exámenes a los que Sor Eugenia fue sometida en todos los aspectos, desde el psicológico hasta el moral.

La presentación que Monseñor Caillot hizo de ella y del mensaje y de la relación de todo el expediente entregado en Roma, vale casi como imprimatur: “La primera certeza se pone a la luz por la investigación: la de la sólida virtud de la Madre Eugenia (…) según mi alma y conciencia, con gran sentido de responsabilidad delante de la Iglesia, declaro que solo una intervención sobrenatural y divina me parece capáz de darnos una explicación lógica y satisfactoria de los hechos(…) Creo que allí está el dedo de Dios, después de diez años de investigación, de reflexión y de oración, bendigo a Dios por haber elegido mi diócesis como lugar de manifestaciones tan sentidas de su Amor”.
En estas páginas pretendemos presentar a plenitud el entero mensaje recibido por Sor Eugenia en latín y llegado a nuestras manos en traducción francesa que hizo la comisión obispal agregándola al expediente del cual ha sido tomado y publicado por nosotros.
Proponemos el mensaje en varios idiomas en que lo hemos podido traducir, dejando la libertad de que cada persona pueda descargarlo libremente; quien necesite alguna copia de nuestras ediciones, puede solicitarla.
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10 de noviembre de 2010

JESÚS Y LOS NIÑOS

Inocencia, que es lo mismo que decir: incapacidad de hacer el mal. Dejamos de ser niños inocentes cuando crecemos y empezamos a hacer lo que no debemos.

¿Podemos hablar de la inocencia de los niños, que arrancó a Jesús aquel grito cuyos ecos no se apagan nunca: dejad que los niños vengan a mí?... Pues, sí. Vamos a hablar de esa inocencia y de la inocencia nuestra, de la que nos corresponde a nosotros como mayores. Todo me lo ha sugerido el principio de un artículo que he leído en una revista, y que me permito traer aquí con el supuesto permiso del generoso autor, al que desde ahora doy las gracias por su preciosa sugerencia.

Quisiera transmitirles a ustedes la sonrisa de mis labios, la complacencia de mis ojos y la alegría de todo mi semblante, que experimenté al emborronar las primeras líneas de este artículo para nuestra revista. Porque no lo hice en la mesa de mi cuarto, sino en la banca de piedra de un gran parque, mientras me llegaba la hora de tomar el bus.

A mi derecha, y dominándolo todo, estaba la mole de una gran iglesia; y, a la izquierda, se gozaba del sol ya casi poniente, que inundaba de luz, de paz, de amor y de piedad sentida aquel bello atardecer.

Centenares y centenares de palomas se paseaban por el piso empedrado o revoloteaban por el aire. Hasta que una niña encantadora, de unos tres añitos, se arrancaba de las rodillas de su madre y co-menzaba a esparcir las migajas de pan de que ya venía provista.

No se necesita mucha imaginación para figurarse el espectáculo.

Todas las innumerables palomas se arremolinaron de repente en un reducido espacio, y pronto se sumaron unos seis o siete niños más, con las bolsas de migas que fueron a comprar. Y allí jugaban juntos niños y palomas, sin que les asomaran las ganas de acabar ni a los unos ni a las otras...

Ha valido la pena la descripción algo larga de una escena que todos hemos contemplado mil veces, y no sólo el autor del artículo. Pero ahora queremos penetrar en el sentido profundo que esconden estos hechos tan deliciosos de la naturaleza. Los vemos, y no solemos discurrir sobre ellos.

¡Qué bien que se casan --podemos pensar-- el candor del niño y la paz de la paloma! Esa paz y ese candor, que, cuando los sabemos vivir los mayores, son la luz suave de un sol tibio y una caricia de Dios...

Inocencia y paz. Dos palabras que debieran resumir --como el de los niños y las palomas-- todo nuestro quehacer diario.

Inocencia, que es lo mismo que decir: incapacidad de hacer el mal. Dejamos de ser niños inocentes cuando crecemos y empezamos a obrar lo que no debemos.

Y entonces precisamente comienza también la tragedia de la pérdida de la paz, que no anida en el corazón desviado.

¿Diremos, sin embargo, que una persona mayor es incapaz de conservarse inocente, y, por lo mismo, que no puede gozar tampoco de una paz profunda?

Esto no lo podemos decir en modo alguno. Jesús nos propone al niño como ejemplo que los mayores hemos de imitar, para vivir a plenitud el Reino de Dios. Lo que el niño hace espontáneamente por su edad, nosotros los mayores lo hacemos por virtud.

Tenemos en la Historia de la Iglesia un hecho famoso.

Escolástica vivía su consagración a Dios en un convento cercano al primer monasterio fundado por su hermano, el gran San Benito. Y Benito estaba aquella tarde contemplando el cielo hacia donde se levantaba el convento de su santa hermana. De repente, ve cómo sale por una de las ventanas una paloma blanquísima, que se remontaba hacia las alturas, hasta desaparecer en lo más profundo del cielo.

El gran Papa San Gregorio Magno, antes monje benedictino, al contarnos este hecho tan tierno y conmovedor, hace este autorizado comentario:
- Dios lo hizo así para demostrar la vida inocente de aquella mujer singular.
La inocencia de Escolástica --decimos nosotros--, y la nuestra también.
Porque también nosotros, los mayores, podemos y queremos ser inocentes.
Pues no se trata de no conocer el mal, sino de no hacerlo.

O, una vez hecho, nos sabemos volver a ese Dios que es capaz de hacer de nosotros una nueva creación, cuando echamos de nosotros las tinieblas procaces y nos vestimos de la luz inocente...

Esto nos trae al pensamiento lo que significa en la doctrina cristiana el perdón de los pecados. Lo confesamos en el Credo como una de las verdades fundamentales de la revelación de Dios.

El hombre puede cometer las culpas más graves que le pasan por la imaginación. Si en un momento feliz tiene la decisión de soltar un ¡Perdón, Dios mío!, salido de lo más hondo del corazón..., de todo el montón de disparates que ha podido realizar no queda nada, ni rastro... En un instante ha desaparecido todo y la inocencia vuelve a brillar esplendorosa en cielo de su alma...

La omnipotencia de Dios llega a devolver la inocencia, y con la inocencia la paz, hasta a las personas que más se alejaron. Es la fe que profesamos, cuando decimos: Creo en el perdón de los pecados, lo cual no es en Dios un simple olvidar algo, sino un hacer desaparecer todo el mal por completo.
Dios se muestra grande en todo, y más que nada en el perdón de las culpas. Eso de que nosotros los mayores lleguemos a tener la inocencia de los niños, eso... no es lo más pequeño que hace Dios.

Esto es lo que he pensado al leer en la revista el artículo que nos describe aquel atardecer, mientras los niños del parque seguían jugando con sus amigas las palomas, cuando el sol empezaba a esconderse plácidamente detrás de los tejados, y la torre de la iglesia permanecía inmóvil señalando el cielo....

18 de octubre de 2010

ITINERARIO DE NUESTRO NIDO DE ORACIÓN

Como ya lo sabes, nuestro Nido de Oración son todos los jueves a las 5pm.  Durante el rezo del rosario los sacerdotes de la parroquia están confesando, asi que es de mucha bendición para nosotros y para ellos tambien.  Nuestra principal petición a la Virgen María es para la conversión de los pecadores y principalmente aquellos que son miembros de nuestras familias.

Ahora te mostraremos como llevamos acabo nuestro Nido de Oración.  Cada Nido de Oración es diferente ya que el Espíritu Santo hace lo que el desea en cada Nido de Oración.  Tambien cabe decir, que no siempre es lo mismo, pero tenemos este itinerario como una base y de ahí nos vamos o hacemos lo que el Espíritu Santo nos inspire.
  • Bienvenida a los niños y a sus papas
  • Ofrecimiento de flores a la Virgen de Fátima
  • Peticiones y Acción de Gracias por los favores recibidos
  • Cantamos el himno de la Armada Blanca
  • Comenzamos el Rosario con la señal de la cruz.  Se anuncia el primer misterio y se reza el misterio.
  • Se canta un canto o se dice una porra a Jesús y a María al final de cada misterio.
  • Se reza la letanía
  • Se hacen los actos de reparación a Jesús Sacramentado.  Estas son las pequeñas oraciones que vienen escritas en el folleto de la Armada Blanca.
  • Se termina el rosario con las oraciones de consagración a la Virgen María y se hace la señal de la cruz.
  • Por último se vuelve a cantar el himno de la Armada Blanca
  • Anuncios y entrega de boletos
Los niños son los que rezan todo.  Ellos anuncian el misterio, rezan el padrenuestro y las avemarias, rezan el gloria y la oración de Fátima (Oh Jesús mío...).  Tambien ellos guían la letanía y rezan las oraciones para reparar a Jesús Sacramentado.  El guía o adulto solo les ayuda como a los que no saben rezar todavia y ayuda para que los niños canten entre cada misterio.  Es algo muy impactante ver la oración de los niños.

Cuando el sacerdote puede expone a Jesús Sacramentado despues de la bienvenida y da la bendición despues de hacer las reparaciones a Jesús Sacramentado.  Por lo regular el Santísimo es expuesto todos los jueves de Mayo.

14 de octubre de 2010

¿CÓMO SE FORMA UN NIDO DE ORACIÓN?

Es muy sencillo, basta que dos o más niños quieran rezar juntos el rosario, ¿dónde y cómo es posible?
  • en casa de uno de ellos
  • en la Iglesia, delante de Jesús Sacramentado, de acuerdo con el párroco.  Sería aconsejable que el párroco mismo presenciase la oración durante un poco de tiempo
  • en la escuela, si el maestro está de acuerdo, rezando el Rosario todos juntos en clase
  • en casa de alguna persona enferma, uniendo así el amor hacia Dios con el amor hacia el prójimo
  • en los hospitales y centros pediátricos, en los intitutos, en las guarderías, en cualquier lugar donde se encuentren los niños
  • al aire libre, durante las pausas de juego y de recreación
  • donde y como el Espíritu Santo sugiera
Es importante que por cada Nido haya una persona adulta que se ocupe de los niños y les hable de los sucesos de Fátima, guiándolos muy despacio a la Adoración Eucarística.

A falta de un adulto, podrá asumir este cargo un niños más grande.

¿Quieres formar un Nido de Oración en tu parroquia?  Contáctame en el siguiente enlace:

12 de octubre de 2010

LOS NIDOS DE ORACIÓN

Se están formando pequeños grupos de niños que se reúnen para rezar el Santo Rosario, como lo pidió la santísima Virgen en Fátima.

A estos grupos se les llama la Armada Blanca de la Virgen, es el ejército de los pequeños guiados por la Reina del cielo, para la conquista de todo el mundo y llevarlo a su Divino Hijo Jesús nuestro redentor y salvador.

"Mis queridos niños, los grandes de la tierra no los toman mucho en
cuenta a ustedes.  Pero los grandes del cielo confían en ustedes para
resolver los más grandes y urgentes problemas de la humanidad."

Por eso Dios mandó a la Santísima Virgen a Fátima, para que les pidiera a tres niños que le ayudaran a resolver el gran problema de la paz del mundo y la salvación de toda la humanidad.

Ahora la Virgen está llamando a cada uno de ustedes, a cada uno en particular lo llama por su nombre y le pregunta ¿quieres tomar parte de mi ejército que debe llevar la paz y la salvación al mundo? Ella está invitando como invitó en 1917 a los tres pastorcitos en Fátima: a Lucia, Francisco y Jacinta.  ¿Quieres ofrecerte a Dios y aceptar los sacrificios que Él te quiera enviar, en reparación de los pecados con los cuales Él es ofendido, y para obtener la conversión de todos los pecadores?

Ahora la Virgen espera tu respuesta generosa:
<< Sí, yo quiero >> entonces ponte rápido a trabajar para Ella, dedíca todos los días un tiempo a rezar el Santo Rosario, y ofrece pequeños sacrificios a Jesús.  Forma un Nido de Oración.